Con su permiso y aprovechando la pandemia creo que podemos reflexionar un poco sobre viajar, turistear, aprender y vivir. Porque, al final, conocer otros lugares y culturas no deja de ser eso, saciar el ansia de conocimiento de todo ser humano, explicitada de esa manera, al igual que en otros lo hace de otras formas como leer, ver películas, estudiar una carrera o arar un huerto.
Más de la mitad de la humanidad estamos confinados de alguna manera en nuestro hogar. Mirando por la ventana, porque como dice Terrés siempre nos quedará el cielo. Calles y locales vacíos, dejando que la inmisericorde naturaleza siga su curso. Observando la lucha del hombre por dominarla como hace desde miles de años, pero ahora haciéndolo contra un ‘bicho’ que amenaza de alguna manera nuestra especie.
Hay una certeza, saldremos de esta. Es lo que se puede aprender de la historia humana, su capacidad para caer y levantarse. No hay otra. Otra cuestión es cómo lo haremos y en qué condiciones, pero yo apuesto por preocuparnos después de respirar profundo el primer día que pisemos libremente la calle. La respiración de las escapadas a bajar la basura, sacar la mascota y/o comprar a mí, al menos, se me antoja insuficiente.
Pero a lo que íbamos, ¿dónde viajaremos después de la cuarentena? Dicen los expertos, suponemos que alguno habrá que acierte, que el turismo nacional será lo primero que se recuperará, aunque ya bien avanzado el año y puede que tengamos poco o nada verano turístico.